Randy Moss, uno de los jugadores más dotados y polémicos en la historia de la NFL, anunció su retiro.
Su agente, Joel Segal, dijo el lunes que Moss tenía ofertas de varios equipos, pero que las había desechado y optado por el retiro.
No dio detalles sobre las ofertas, limitándose a decir que su cliente simplemente había decidido que llegó la hora de colgar los botines a los 34 años.
«Randy analizó todas las opciones que tenía y decidió retirarse», expresó Segal.
Si Moss realmente se retira, se lleva consigo estadísticas impresionantes compiladas como receptor con Minnesota, Oakland, Nueva Inglaterra y Tenesee. Está segundo en la lista de mayores anotadores de todos los tiempos, con 153 touchdowns, empatado con Terrell Owens; quinto en total de yardas (14.858) y octavo en recepciones (954), igualado con Hines Ward.
Esos números y su fama de ser el jugador más peligroso en la historia de la NFL en los países largos, le garantizarían un lugar en el Salón de la Fama. Sin embargo, su elección podría verse obstruida por su comportamiento a veces irritante y algunas actitudes alocadas, como la de abandonar su equipo en pleno partido.
En los últimos años cambió de equipo varias veces y en la temporada pasada cambió dos veces de equipo, pasando de los Patriotas a los Vikingos y luego a los Titanes.
Tuvo siete años espectaculares con los Vikingos y luego pasó dos temporadas para el olvido en Oakland. Volvió con todo con los Patriotas en el 2007 y fijó un record de 23 touchdowns en una temporada, ayudando a que Nueva Inglaterra llegase al Super Bowl.
En octubre del año pasado fue enviado de vuelta a los Vikingos, pero no duró mucho allá. El técnico Brad Childress se hartó de sus desplantes y lo dio de baja en noviembre, en una actitud sorprendente con un jugador de su cartel, que probablemente le haya costado el puesto algunas semanas después.
En Tenesee jugó ocho partidos y no se hizo notar.
A lo largo de su carrera Moss se dio a conocer como uno de los jugadores más peligrosos de la NFL… cuando quería. Rara vez se dio un jugador con su tamaño, su velocidad y su inteligencia.
Pero siempre tuvo problemas de conducta dentro y fuera del terreno. Una vez le dio un empujón a un policía de tránsito, roció con agua a un árbitro durante un partido y en una ocasión se fue del terreno de juego, abandonando a su equipo.
El principio del fin se produjo probablemente en su retorno a los Vikingos el año pasado. Se peleó con el técnico, generó malestar con el trato que le dio a un empleado, abrazó a un ex compañero de Nueva Inglaterra tras una derrota de Minnesota y en una ocasión se subió a un podio para elogiar a los Patriotas, criticar a los Vikingos por ignorar sus recomendaciones y anunciar que en la temporada siguiente se entrevistaría a s mismo en lugar de dejar que los periodistas lo hiciesen.
Cuando fue enviado a Tenesee, atrapó apenas seis pases en ocho partidos.